martes, 4 de diciembre de 2012

El Navegante Interior (Jesús Zatón)



¡Terrible destino el de los náufragos!

Desarbolado, escapa el día

hacia traslúcidos lugares,

y el embravecido mar,  bajo la quilla

arroja, indiferencias, tedios,

estériles cuerpos sin luz

que les habite.


Allí son labio,

mano que arremete,

cráneo  donde lo inerte

muestra sus pupilas. Inútil

aferrarse a los tenues brillos

de los últimos faros.


¡Terrible destino el de los náufragos!


Resbalar, siempre resbalando

en dirección opuesta

al corazón pleno.





Frío (Víctor Guiu Aguilar)





Iba a poner una foto, pero ¿para qué?

Todo el mundo sabe lo que es el frío. ¿No os parece?

El frío es una palabra. Una frase. Un olvido.

O un malentendido.

O querer malentender.

¿No es el frío ese peso absorto en el corazón
del hombre?

¿O las tardes de invierno esperando
primaveras?

Quizá no somos ni eso. O somos eso y nada más.

Iba a poner una foto pero

¿para qué?

Todo el mundo sabe lo que es el frío.




jueves, 8 de noviembre de 2012

La Inmortalidad (Luis García Montero)



Nunca he tenido dioses
y tampoco sentí la despiadada
voluntad de los héroes.
Durante mucho tiempo estuvo libre
la silla de mi juez
y no esperé juicio
en el que rendir cuentas de mis días.

Decidido a vivir, busqué la sombra
capaz de recogerme los veranos
y la hoguera dispuesta
a llevarse el invierno por delante.
Pasé noches de guardia y de silencio,
no tuve prisa,
dejé cruzar la rueda de los años.
Estaba convencido
de que existir no tiene trascendencia
porque la luz es siempre fugitiva
sobre la oscuridad
un resplandor en medio del vacío.

Y de pronto en el bosque se encendieron los árboles
de las miradas insistentes,
el mar tuvo labios de arena
igual que las palabras dichas en un rincón,
el viento abrió sus manos
y los hoteles sus habitaciones.

Parecía la tierra más desnuda
porque la noche fue
como el vacío
un resplandor oscuro en medio de la luz.

Entonces comprendí que la inmortalidad
puede cobrarse por adelantado.
Una inmortalidad que no reside
en plazas con estatua
en nubes religiosas
o en la plastificada vanidad literaria,
llena de halagos homicidas
y murmullos de cóctel.

Es otra mi razón. Que no me lea
quien no haya nunca visto conmoverse la tierra
en medio de un abrazo.
La copa de cristal
que pusiste al revés sobre la mesa
guarda un tiempo de oro detenido.
Me basta con la vida para justificarme.
Y cuando me convoquen a declarar mis actos
aunque sólo me escuche una silla vacía
será firme mi voz.

No por lo que la muerte me prometa
sino por todo aquello que no podrá quitarme.
.



Todos los Héroes (Olga Bernad)




Todos los Héroes eran hombres solos
(los recuerdo en el cine y en los cuentos).

Mad Max y Máximo,
Satán y don Quijote
no tenían mujer, o la perdieron
o quedaron vagando ciegamente
en el infierno de inventarse una.

Casi siempre me aburrían sus historias.
Los quería a pesar de sus historias
porque, pese a las trampas de la historia,
todos los Héroes eran hombres tristes.



jueves, 4 de octubre de 2012

Otoño (Claribel Alegría)




Has entrado al otoño
me dijiste
y me sentí temblar
hoja encendida
que se aferra a su tallo
que se obstina
que es párpado amarillo
y luz de vela
danza de vida
y muerte
claridad suspendida
en el eterno instante
del presente.



El artificio (Felipe Benítez Reyes). De "Sombras Particulares" 1992




Un punto de partida, alguna idea
transformada en un ritmo, un decorado
abstracto vagamente o bien simbólico:
el jardín arrasado, la terraza
que el otoño recubre de hojas muertas.
Quizás una estación de tren, aunque mejor
un mar abandonado:

Gaviotas en la playa, pero quién
las ve, y adónde volarán.

                                             Y la insistencia
en la imagen simbólica
de la playa invernal: un viento bronco,
y las olas llegando como garras
a la orilla.

                 O el tema del jardín:
un espacio de sombra con sonido
de caracola insomne. Un escenario
propicio a la elegía.

                                  Unas palabras
convertidas en música, que basten
para que aquí se citen gaviotas,
y barcos pesarosos en la línea
del horizonte, y trenes
que cruzan las ciudades como torres
decapitadas.

                       Aquí
se cita un ángel ciego y un paisaje
y un reloj pensativo.

                                   Y aquí tiene
su lugar la mañana de oro lánguido,
la tarde y su caída
hacia un mundo invisible, la noche
con toda su leyenda de pecado y de magia.

Siempre habrá sitio aquí para la luna,
para el triunfante sol, para esas nubes
del crepúsculo desangrado: metáfora
del tiempo que camina hacia su fin.

La música de un verso es un viaje
por la memoria.

                             Y suena
a instrumento sombrío.

                                          De tal modo
que siempre sus palabras van heridas
de música de muerte:

Gaviotas en la playa...
                                          O bien ese jardín:

Todo es de nieve y sombra,
todo glacial y oscuro.
El viento arrastra un verso
tras otro, en esta soledad. Arrastra
papeles y hojas secas
y un sombrero de copa
del que alguien extrae
mágicamente un verso
final:

          Una luz abatida en esta playa.

Y hay un lugar en él para la niebla,
y un cauce para el mar,
y un buque que se aleja.

En cualquier verso tiene
su veneno el suicida,
su refugio el que huye
del hielo del olvido.

                                  Puede
cada verso nombrar desde su engaño
el engaño que alienta en cada vida:
un lugar de ficción, un espejismo,
un decorado que
se desmorona, polvoriento, si se toca.

Pero es sorprendente comprobar
que las viejas palabras ya gastadas,
la cansina retórica, la música
silenciosa del verso, en ocasiones
nos hieren en lo hondo al recordarnos
que somos la memoria
del tiempo fugitivo,
ese tiempo que huye y que refugia
-como un niño asustado de lo oscuro-
detrás de unas palabras que no son
más que un simple ejercicio de escritura.






lunes, 17 de septiembre de 2012

Después de Todo Eras Tú lo que Yo Buscaba (José Moreno Villa) (Adaptado)



En las letras de un poema,
entre la retama y el jacinto serrano,
en el ancho mar, en la taberna inquieta,
en el fondo de la copa verde,
después de todo eras tú lo que yo buscaba.

Preguné muchas veces a las guías turísticas
dónde suspira el lugarejo ignorado por la epopeya;
pregunté a los filósofos por la llave del secreto;
fuí devorando pregunta a pregunta mi vida,
y después de todo resultas tú lo que yo buscaba.
.
Pude leerlo en mil detalles:
verte y enmudecer,
verte y olvidarme del mundo,
verte y hablar luego por las calles solitarias,
verte y sentir el cuerpo,
verte y huir hacia los confines de mí misma.
.
Desmadejada y alma en pena,
imaginé que lo mejor era llorar en los ocasos,
leer los libros místicos
y contribuir a la redención de los débiles.

Y, en todo, en todo, en absolutamente todo,
no había más que la búsqueda de tu persona.

Sí, después de todo eras tú la búsqueda.

Y aquí declino ya todo examen y toda crítica.

Tú, con tus faltas y tus sobras;
tú, con tu maravilloso complemento de tez azul a mi color de rosa seca.



lunes, 9 de julio de 2012

Iluminación (Alejandro Jodorowsky)



Este es el momento en que los  límites se abren como los pétalos de una flor que crece en el pantano.

Lo que fue una celda negra estalla en tentáculos de luz. Se acaban las fronteras y esfuman las definiciones, nada se puede comparar, ni juzgar, calma eterna donde desembocan los ilusorios egos dejando de ser islas para entregarse al éxtasis del corazón único y disolverse en tremendos latidos de amor.

 
La fragancia de cada ser, el vibrar sublime de las ideas, el dulce calor del sentimiento afectivo, la estela brillante de cada acción bondadosa, el temblor esencial de la pasión, esto es eterno, no ha venido ni se está yendo, es una caricia de lo que por siempre es.
 
Quiero que estas palabras besen tus ojos, que las plantas de tus pies acaricien el suelo donde se posan, que tu cuerpo dibuje en el aire laberintos sagrados. Nada es inútil, todo sirve para algo, todo es una búsqueda que sólo puede terminar cuando nos convertimos en lo que buscamos.
 
El filósofo se convierte en la verdad, el artista se convierte en la belleza, el nadador se convierte en el agua, el poeta abre una nueva puerta en su poema.
 
 Pueda un alba sin fin inundar tu memoria, que los huesos de tu cráneo se cubran de palabras sagradas, que en lugar de dinero intercambies mariposas blancas.
 
Cada instante es el mascarón de proa del tiempo total, este es el momento elegido, hoy es la eternidad, tu cuerpo es el infinito, tu Yo es la divinidad. 

Deja arder la memoria, siente ternura por cada mente que se desprecia, deja que el mundo de los codiciosos se vuelva invisible.

 Y Tú sé como un árbol que toma la forma que le dicta el canto de sus pájaros.











Poema de un Recuerdo (Gustavo Alejandro Castiñeiras)



Dime por favor donde no estás
en qué lugar puedo no ser tu ausencia
dónde puedo vivir sin recordarte,
y dónde recordar, sin que me duela.


Dime por favor en que vacío,
no está tu sombra llenando los centros;
dónde mi soledad es ella misma,
y no el sentir que tú te encuentras lejos.


Dime por favor por qué camino,
podré yo caminar, sin ser tu huella;
dónde podré correr no por buscarte,
y dónde descanzar de mi tristeza.


Dime por favor cuál es la noche,
que no tiene el color de tu mirada;
cuál es el sol, que tiene luz tan solo,
y no la sensación de que me llamas.


Dime por favor donde hay un mar,
que no susurre a mis oídos tus palabras.


Dime por favor en qué rincón,
nadie podrá ver mi tristeza;
dime cuál es el hueco de mi almohada,
que no tiene apoyada tu cabeza.


Dime por favor cuál es la noche,
en que vendrás, para velar tu sueño;
que no puedo vivir, porque te extraño;
y que no puedo morir, porque te quiero. 



domingo, 17 de junio de 2012

Rima V (Gustavo Adolfo Béquer)



Espíritu sin nombre,
indefinible esencia,
yo vivo con la vida
sin formas de la idea.

Yo nado en el vacío,
del sol tiemblo en la hoguera,
palpito entre las sombras
y floto con las nieblas.

Yo soy el fleco de oro
cae la lejana estrella;
yo soy de la alta luna
la luz tibia y serena.

Yo soy la ardiente nube
que en el ocaso ondea;
yo soy del astro errante
la luminosa estela.

Yo soy nieve en las cumbres,
soy fuego en las arenas,
azul onda en los mares
y espuma en las riberas.

En el laúd soy nota,
perfume en la violeta,
fugaz llama en las tumbas
y en las ruinas hiedra.

Yo atrueno en el torrente,
y silbo en la centella,
y ciego en el relámpago,
y rujo en la tormenta.

Yo río en los alcores,
susurro en la alta yerba,
suspiro en la onda pura,
y lloro en la hoja seca.

Yo ondulo con los átomos
del humo que se eleva
y al cielo lento sube
en espiral inmensa.

Yo, en los dorados hilos
que los insectos cuelgan,
me mezco entre los árboles
en la ardorosa siesta.

Yo corro tras las ninfas
que en la corriente fresca
del cristalino arroyo
desnudas juguetean.

Yo, en bosques de corales
que alfombran blancas perlas,
persigo en el Océano
las náyades ligeras.

Yo, en las cavernas cóncavas,
do el sol nunca penetra,
mezclándome a los gnomos,
contemplo sus riquezas.

Yo busco de los siglos
las ya borradas huellas,
y sé de esos imperios
de que ni el nombre queda.

Yo sigo en raudo vértigo
los mundos que voltean,
y mi pupila abarca
la creación entera.

Yo sé de esas regiones
a do un rumor no llega,
y donde informes astros
de vida un soplo esperan.

Yo soy sobre el abismo
el puente que atraviesa;
yo soy la ignota escala
que el cielo une a la tierra.

Yo soy el invisible
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.

Yo, en fin, soy ese espíritu,
desconocida esencia,
perfume misterioso,
de que es vaso el poeta.



viernes, 15 de junio de 2012

Ventilando Susurros (Hintza Peña)



Quizá sea una señal y no deba escribir una línea, todo se borró, hasta su recuerdo. 

Se cierran círculos y yo sigo bajo el vértigo de no entender. 

Sólo sé que ahora me importas tú.. y si te contara la historia del amor incondicional y de como se cierran y abren nubes en el cielo, huirías, cogerías tus zapatollas de espuma y surcarías océanos, o quizá, comprenderías algo y podrías ayudarme a salir de esta montaña de culpas, de angustias y aburrimiento por intentar recorrer los caminos que hacen felices a otros y por los que yo no pretendo pasear. 

Pintan rayas blancas en mi carretera justo cuando yo solo quería perderme entre los árboles del camino, y no, no soy veleta, es algo que vine a aprender y cuesta, y en la subasta se me adjudicó por batallón de lágrimas.

- Trescientas mil- oí decir.

- Perdí la cuenta, susurré.

Y la maldita mano cerró el puño y tocó diana.

- Adjudicado a la hechicerita por masoca.

Así es como me hice portadora de este amor del que tantas veces me oyes hablar y que yo ya no sé cómo sujetar. 

Lo intenté con pinzas, con ternura, comprensión, poniéndole plomos encima, que no se volara... no hay forma, se me avisó: - cuando el compás cierre la circunferencia, tú desaparecerás-

Hay muchos gigantes de cabello caduco y un solo titán de sentir perenne.. y llevar este lastre, duele, porque el corazón es débil ante el apego y hay cosas a las que cenicienta jamás se acostumbra- he perdido ya la cuenta de las veces que perdí el zapato, de los bailes, de... ahora solo uso zapatillas.

¿Te dije que hoy me importas tú?

Te dije.. ¿Te dije que cada noche eres el protagonista de estos mis sueños aún de vacaciones, aún brocha en mano, en un tiempo de cuando y el faraón perdió su tocado?

Ahora... tú, tú... y mi miedo a amarte más de lo que ya...






"El Conejo de Trapo" (Margery William)



-¿Qué quiere decir verdadero? -preguntó un día el Conejo-. ¿Significa tener ese zumbido en tu interior y una llave que sobresale?

-Verdadero no significa cómo estás hecho -dijo el Caballo Pellejo-. Es algo que te sucede. Si un niño te quiere durante mucho tiempo, y no te quiere sólo para jugar contigo, sino que te quiere de verdad, entonces te vuelves verdadero.

-Y ¿eso duele? -preguntó el Conejo-.

-A veces -respondió el Caballo Pellejo, ya que siempre decía la verdad-. Cuando eres verdadero no te importa que te hagan daño.

-¿Y sucede de golpe, como cuando te dan cuerda, o poco a poco?- preguntó-.

-No, no sucede de golpe -dijo el Caballo Pellejo-. Te vas convirtiendo en eso. Se tarda mucho tiempo. Por eso, a menudo no le sucede a los que se rompen fácilmente, a los que tienen los cantos muy afilados, o a los que necesitan muchos cuidados.

Generalmente, cuando llegas a ser verdadero, estás despeluchado, se te han despegado los ojos y tus articulaciones están sueltas y maltrechas. Pero todo esto no tiene importancia, porque cuando eres verdadero no puedes ser feo, excepto para los que no entienden nada...

Cuando eres verdadero no te puedes volver otra vez irreal.

Eso es para siempre...          

       



jueves, 14 de junio de 2012

Así Era "De Alegría, 1947" (José Hierro)



Canta, me dices. Y yo canto.
¿Cómo callar? Mi boca es tuya.
Rompo contento mis amarras,
dejo que el mundo se me funda.
Sueña, me dices. Y yo sueño.
¡Ojalá no soñara nunca!
No recordarte, no mirarte,
no nadar por aguas profundas,
no saltar los puentes del tiempo
hacia un pasado que me abruma,
no desgarrar ya más mi carne
por los zarzales, en tu busca.
Canta, me dices. Yo te canto
a ti, dormida, fresca y única,
con tus ciudades en racimos,
como palomas sucias,
como gaviotas perezosas
que hacen sus nidos en la lluvia,
con nuestros cuerpos que a ti vuelven
como a una madre verde y húmeda.
Eras de vientos y de otoños,
eras de agrio sabor a frutas,
eras de playas y de nieblas,
de mar reposando en la bruma,
de campos y albas ciudades,
con un gran corazón de música.




domingo, 13 de mayo de 2012

Cante Hondo (Antonio Machado)



Yo meditaba absorto, devanando
los hilos del hastío y la tristeza,
cuando llegó a mi oído,
por la ventana de mi estancia, abierta

a una caliente noche de verano,
el plañir de una copla soñolienta,
quebrada por los trémolos sombríos
de las músicas magas de mi tierra.

...Y era el Amor, como una roja llama...
-Nerviosa mano en la vibrante cuerda
ponía un largo suspirar de oro,
que se trocaba en surtidor de estrellas-.

...Y era la Muerte, al hombro la cuchilla,
el paso largo, torva y esquelética.
-Tal cuando yo era niño la soñaba-.

Y en la guitarra, resonante y trémula,
la brusca mano, al golpear, fingía
el reposar de un ataúd en tierra.

Y era un plañido solitario el soplo
que el polvo barre y la ceniza avienta.




miércoles, 2 de mayo de 2012

Redondillas (Sor Juana Inés de La Cruz)


Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal? 

Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia. 

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo. 

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia. 

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro? 

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien. 

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis. 

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada? 

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena. 

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas. 

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído? 

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar? 

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis. 

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar. 

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.




domingo, 29 de abril de 2012

Silencio (Francisco Luis Bernárdez)




No digas nada, no preguntes nada. 

Cuando quieras hablar, quédate mudo:
que un silencio sin fin sea tu escudo
y al mismo tiempo tu perfecta espada.
 
No llames si la puerta está cerrada,
no llores si el dolor es más agudo,
no cantes si el camino es menos rudo,
no interrogues sino con la mirada.
 
Y en la calma profunda y transparente
que poco a poco y silenciosamente
inundará tu pecho de este modo, 
sentirás el latido enamorado
con que tu corazón recuperado
te irá diciendo todo, todo, todo.

 
 
 

Otoño (Octavio Paz)



En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!

Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...

Y algo que no se sabe y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario.


sábado, 28 de abril de 2012

Esplendor Nocturno (Arturo Valmonte)


La ola de la noche se retira,
desciende entre los altos edificios
de la ciudad desnuda,
se lleva la salitre del insomnio
y el agua de los sueños que corre murmurando
por avenidas, plazas y solares vacíos.

La ola de la noche,
cada vez más delgada,
se escurre entre semáforos,
tropieza en los kioskos a punto del bostezo
y arrastra remolinos de carcajadas rotas
hacia vagas antípodas de sombras y humedades.

Calles entumecidas
la sueltan de sus manos con un escalofrío
y al terminarse todo,
tras recoger las últimas algas derrotadas,
la ola de la noche
entrega en este bar de la estación
su espuma de colillas.





viernes, 27 de abril de 2012

Donde Sonó Una Risa, en el recinto... (Rafael Guillén)



Donde sonó una risa, en el recinto
del aire, en los pasillos transparentes
del aire donde, un día
sonó una risa azul, tal vez dorada,
queda por siempre un hueco, un lienzo triste,
un muro acribillado, un arco roto,
algo como el desgaire de una mano
cansada, como un trozo
de madera podrida en una playa.

Donde saltó la vida y luego nada
echó a rodar, y luego nada, queda
una cama deshecha,
un cuarto clausurado, un portón viejo
en el vacío, algo
como un andén cubierto por la arena;
queda por siempre el hueco
que deja un estampido por el bosque.

De bruces, husmeando, rastreando
unas huellas, tirando
del hilo de un perfume,
penetra el corazón por galerías
que un latido de sangre subterránea
horadó alguna vez y allí quedaron.

Y que allí permanecen con su húmeda
oscuridad de tigres en acecho.

Penetra el corazón a tientas, llama
y su misma llamada lo sepulta.

Donde sonó una risa, una vidriera,
una delgada lámina de espacio
estalló lentamente. Y no es posible
poner de nuevo en orden tanta ruina.

Un nuevo aliento merodea. Llegan
otros sonidos hasta el borde y piden
su momento para existir. Afluyen
nuevas formas de vida
que al final toman cuerpo y se acomodan.

Pero el tiempo ya es otro y el espacio
ya es otro y no es posible
revivir lo que el tiempo desordena.

En la cresta del agua o de la espuma
donde una risa naufragó, ya nada
podrá buscar, hundirse, hallar los restos,
nadie podrá decir: éste es el sitio.

El mar no tiene sitios y sus cimas
son instantes de brillo y se disuelven.

Pero quedan los huecos, queda el tiempo.

El tiempo es un conjunto
de irrellenables huecos sucesivos.

Donde sonó una risa queda un hueco,
un coágulo de nada, una lejana
polvareda que fue,
que ya no está, pero que sigue hablando,
diciendo al alma que, en alguna parte
algo cruzó al galope y se ha perdido.




domingo, 22 de abril de 2012

De: El Amargo Don de la Belleza (Terenxi Moix)



«Quisiera ser el mendigo que cuenta historias en las puertas de los templos, el que fascina a los niños y hace que se detengan los caminantes, atraídos por tantas maravillas. Si fuese ese mendigo, gran señor de las palabras, contaría las historias que han enardecido a los pueblos del Nilo desde el principio de las generaciones; expondría las cuitas del náufrago que llegó a la isla donde vivía el gran dragón, las disputas de los Dos Hermanos, los viajes del médico Sinuhé o la lucha de Horus contra las fuerzas del mal en la región de los grandes pantanos. Sería acaso un buen narrador de lo que otros contaron mucho antes, pues el hombre ha vivido el mismo sueño desde el principio de los tiempos. Y el Tiempo no es más que un sueño narrado por los mendigos ante las puertas de los grandes santuarios.»

«En la inmensa fertilidad de la memoria evocaré la miseria de las ruinas, el misterio que agoniza en el desierto, enviando mensajes indescifrables a la inmensa generación de soñadores. En nombre de esta raza caminará mi alma cada día hacia el llano desnudo, hacia el palacio que ya no existe. ¡Fecundo páramo, tan pródigo en remembranzas sublimes! En alguna de las tumbas jamás ocupadas resuenan poemas que nadie ha escrito. ¿Me aventuro al suponer que serán escritos algún día? Quede libre la inspiración para que los soñadores, garantes de lo eterno, vuelvan a pronunciar con reverencia el nombre de la Ciudad del Sol, muerta sobre su horizonte. Y que esos mismos soñadores celebren hasta más allá de los planetas el rostro de aquella cuya existencia habrá de ser loada por toda la eternidad de la belleza:

Tú, inmortal Señora de la Gracia,


Nefer-Neferu-Atón-Nefertiti.»



jueves, 19 de abril de 2012

Arte Poética (Jorge Luis Borges)



Mirar el río hecho de tiempo y agua
  y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño

que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo

de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo.

Ver en la muerte el sueño, en el ocaso

un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara

nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,

lloró de amor al divisar su Ítaca
verde y humilde. El arte es esa Ítaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable

que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
  y es otro, como el río interminable.



martes, 17 de abril de 2012

La Vida es Sueño (Pedro Calderón de la Barca)


Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.

Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.

¿Qué es la vida? Un frenesí.

¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.



sábado, 14 de abril de 2012

Cuento de Mar (Jorge Robledo Ortiz)


Voy a beberme el mar.
Ya tengo listo mi velero fantasma.
No le he trazado rumbos a mi ausencia,
no he fatigado el mapa
localizando zonas que no bailen
al macabro jazz-band de las borrascas.
Viajaré simplemente,
sin triangular alturas ni distancias,
llevando en el timón a Don Quijote
y la rosa del viento en la solapa.
Acompáñame tu dulce chiquilla,
partiremos al alba,
cuando los alcatraces no dibujen
su ecuación de naufragios sobre el agua.
Arranca tus raíces de la tierra.
abre tu citolegia de nostalgias
y vamos a bebernos el océano
en la copa de luz de las montañas;
visitaremos todos los países,
los puertos y las radas.
Te compraré crepúsculos en Chipre.
Un elefante niño al sur del África.
Un gajo de luceros en Corea.
Dos elásticos tigres de Bengala.
El dolor milenario de un camello.
Y la fatiga estéril del Sahara.
En el Japón te mostraré los biombos
con figuras bilingües y enigmáticas.
En Pekín buscaremos la muñeca
de blanco corazón de porcelana.
Haremos de bambú balsas de ensueño
para subir un río de esperanzas.
Y te daré un sombrero en forma de hongo
y unas chinelas para tu pijama.
Pasaremos a Escocia y a Noruega.
Después navegaremos a Finlandia
para buscar la estirpe de un vikingo
de ojos azules y de luenga barba,
que se murió coleccionando fiordos
en el álbum con sal de su nostalgia,
mientras su vieja pipa marinera
quemaba archivos íntimos del alma.
Y siempre sin control, siempre viajando,
iremos al país de Sherezada
y allí te contaré Mil y una Noches
de reyes y de esclavas,
de romances y torres de marfil
de bazares, de alfombras y de flautas,
de madrigales y de surtidores
de pie como las cobras encantadas.
Subiremos al Rhin buscando a Wagner
y su Tetralogía desvelada.
Cazaremos los cisnes hiperbóreos
que abanican la muerte con sus alas.
Te diré que la música es un vino
que cuando estamos tristes se derrama.
Y que el silencio es un santuario celta
donde reposa el corazón de un arpa.
Y fatigando el mar, ¡Qué importa el tiempo!
visitaremos la ciudad sagrada,
la tierra de la cruz y del olivo,
la que escuchó el Sermón de la Montaña,
la patria de Jesús y de María
la que arrulló las bienaventuranzas,
la tierra donde un tosco carpintero
pulió a garlopa el globo de una lágrima.
En otro amanecer arribaremos
a las Islas Canarias.
te compraré su nombre que es un trino
diluido en el agua.
Para pescar luceros en el fondo
te bastará la red de tus pestañas,
y aprenderás que a Dios también se llega
por el verde camino de las algas.
Si sueñas ver a Nápoles,
Cruzaremos por mármoles de Italia,
y te daré una góndola en Venencia
y en Asís la humildad de una campana.
Compraremos al Dante sus Laureles
y a Benvenuto su luciente daga,
para tu muñequero de ilusiones
y tu azul inquietud de extravagancias.
Buscaremos ositos en Siberia
rutas de manzanilla al sur de España,
la sombra adolescente de Platero,
la capa de Unamuno en Salamanca,
la fatiga inmortal de Rocinante.
El dardo del Amor Clavado en Ávila,
la Morena ascendencia de "El Cachorro"
y el llanto de Boabdil sobre Granada.
Y cuando tengas sueño, mi pequeña,
cuando te canses de medir distancias
y no quieras viajar a la deriva
con la estrella polar a las espaldas,
te arrullaré, mientras mi vieja pipa,
que compré a un bucanero en Samarcanda,
quema frente a la noche de tus ojos
mi viejo contrabando de nostalgias.