domingo, 29 de abril de 2012

Silencio (Francisco Luis Bernárdez)




No digas nada, no preguntes nada. 

Cuando quieras hablar, quédate mudo:
que un silencio sin fin sea tu escudo
y al mismo tiempo tu perfecta espada.
 
No llames si la puerta está cerrada,
no llores si el dolor es más agudo,
no cantes si el camino es menos rudo,
no interrogues sino con la mirada.
 
Y en la calma profunda y transparente
que poco a poco y silenciosamente
inundará tu pecho de este modo, 
sentirás el latido enamorado
con que tu corazón recuperado
te irá diciendo todo, todo, todo.

 
 
 

Otoño (Octavio Paz)



En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!

Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...

Y algo que no se sabe y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario.


sábado, 28 de abril de 2012

Esplendor Nocturno (Arturo Valmonte)


La ola de la noche se retira,
desciende entre los altos edificios
de la ciudad desnuda,
se lleva la salitre del insomnio
y el agua de los sueños que corre murmurando
por avenidas, plazas y solares vacíos.

La ola de la noche,
cada vez más delgada,
se escurre entre semáforos,
tropieza en los kioskos a punto del bostezo
y arrastra remolinos de carcajadas rotas
hacia vagas antípodas de sombras y humedades.

Calles entumecidas
la sueltan de sus manos con un escalofrío
y al terminarse todo,
tras recoger las últimas algas derrotadas,
la ola de la noche
entrega en este bar de la estación
su espuma de colillas.





viernes, 27 de abril de 2012

Donde Sonó Una Risa, en el recinto... (Rafael Guillén)



Donde sonó una risa, en el recinto
del aire, en los pasillos transparentes
del aire donde, un día
sonó una risa azul, tal vez dorada,
queda por siempre un hueco, un lienzo triste,
un muro acribillado, un arco roto,
algo como el desgaire de una mano
cansada, como un trozo
de madera podrida en una playa.

Donde saltó la vida y luego nada
echó a rodar, y luego nada, queda
una cama deshecha,
un cuarto clausurado, un portón viejo
en el vacío, algo
como un andén cubierto por la arena;
queda por siempre el hueco
que deja un estampido por el bosque.

De bruces, husmeando, rastreando
unas huellas, tirando
del hilo de un perfume,
penetra el corazón por galerías
que un latido de sangre subterránea
horadó alguna vez y allí quedaron.

Y que allí permanecen con su húmeda
oscuridad de tigres en acecho.

Penetra el corazón a tientas, llama
y su misma llamada lo sepulta.

Donde sonó una risa, una vidriera,
una delgada lámina de espacio
estalló lentamente. Y no es posible
poner de nuevo en orden tanta ruina.

Un nuevo aliento merodea. Llegan
otros sonidos hasta el borde y piden
su momento para existir. Afluyen
nuevas formas de vida
que al final toman cuerpo y se acomodan.

Pero el tiempo ya es otro y el espacio
ya es otro y no es posible
revivir lo que el tiempo desordena.

En la cresta del agua o de la espuma
donde una risa naufragó, ya nada
podrá buscar, hundirse, hallar los restos,
nadie podrá decir: éste es el sitio.

El mar no tiene sitios y sus cimas
son instantes de brillo y se disuelven.

Pero quedan los huecos, queda el tiempo.

El tiempo es un conjunto
de irrellenables huecos sucesivos.

Donde sonó una risa queda un hueco,
un coágulo de nada, una lejana
polvareda que fue,
que ya no está, pero que sigue hablando,
diciendo al alma que, en alguna parte
algo cruzó al galope y se ha perdido.




domingo, 22 de abril de 2012

De: El Amargo Don de la Belleza (Terenxi Moix)



«Quisiera ser el mendigo que cuenta historias en las puertas de los templos, el que fascina a los niños y hace que se detengan los caminantes, atraídos por tantas maravillas. Si fuese ese mendigo, gran señor de las palabras, contaría las historias que han enardecido a los pueblos del Nilo desde el principio de las generaciones; expondría las cuitas del náufrago que llegó a la isla donde vivía el gran dragón, las disputas de los Dos Hermanos, los viajes del médico Sinuhé o la lucha de Horus contra las fuerzas del mal en la región de los grandes pantanos. Sería acaso un buen narrador de lo que otros contaron mucho antes, pues el hombre ha vivido el mismo sueño desde el principio de los tiempos. Y el Tiempo no es más que un sueño narrado por los mendigos ante las puertas de los grandes santuarios.»

«En la inmensa fertilidad de la memoria evocaré la miseria de las ruinas, el misterio que agoniza en el desierto, enviando mensajes indescifrables a la inmensa generación de soñadores. En nombre de esta raza caminará mi alma cada día hacia el llano desnudo, hacia el palacio que ya no existe. ¡Fecundo páramo, tan pródigo en remembranzas sublimes! En alguna de las tumbas jamás ocupadas resuenan poemas que nadie ha escrito. ¿Me aventuro al suponer que serán escritos algún día? Quede libre la inspiración para que los soñadores, garantes de lo eterno, vuelvan a pronunciar con reverencia el nombre de la Ciudad del Sol, muerta sobre su horizonte. Y que esos mismos soñadores celebren hasta más allá de los planetas el rostro de aquella cuya existencia habrá de ser loada por toda la eternidad de la belleza:

Tú, inmortal Señora de la Gracia,


Nefer-Neferu-Atón-Nefertiti.»



jueves, 19 de abril de 2012

Arte Poética (Jorge Luis Borges)



Mirar el río hecho de tiempo y agua
  y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño

que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo

de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo.

Ver en la muerte el sueño, en el ocaso

un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara

nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,

lloró de amor al divisar su Ítaca
verde y humilde. El arte es esa Ítaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable

que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
  y es otro, como el río interminable.



martes, 17 de abril de 2012

La Vida es Sueño (Pedro Calderón de la Barca)


Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.

Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.

¿Qué es la vida? Un frenesí.

¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.



sábado, 14 de abril de 2012

Cuento de Mar (Jorge Robledo Ortiz)


Voy a beberme el mar.
Ya tengo listo mi velero fantasma.
No le he trazado rumbos a mi ausencia,
no he fatigado el mapa
localizando zonas que no bailen
al macabro jazz-band de las borrascas.
Viajaré simplemente,
sin triangular alturas ni distancias,
llevando en el timón a Don Quijote
y la rosa del viento en la solapa.
Acompáñame tu dulce chiquilla,
partiremos al alba,
cuando los alcatraces no dibujen
su ecuación de naufragios sobre el agua.
Arranca tus raíces de la tierra.
abre tu citolegia de nostalgias
y vamos a bebernos el océano
en la copa de luz de las montañas;
visitaremos todos los países,
los puertos y las radas.
Te compraré crepúsculos en Chipre.
Un elefante niño al sur del África.
Un gajo de luceros en Corea.
Dos elásticos tigres de Bengala.
El dolor milenario de un camello.
Y la fatiga estéril del Sahara.
En el Japón te mostraré los biombos
con figuras bilingües y enigmáticas.
En Pekín buscaremos la muñeca
de blanco corazón de porcelana.
Haremos de bambú balsas de ensueño
para subir un río de esperanzas.
Y te daré un sombrero en forma de hongo
y unas chinelas para tu pijama.
Pasaremos a Escocia y a Noruega.
Después navegaremos a Finlandia
para buscar la estirpe de un vikingo
de ojos azules y de luenga barba,
que se murió coleccionando fiordos
en el álbum con sal de su nostalgia,
mientras su vieja pipa marinera
quemaba archivos íntimos del alma.
Y siempre sin control, siempre viajando,
iremos al país de Sherezada
y allí te contaré Mil y una Noches
de reyes y de esclavas,
de romances y torres de marfil
de bazares, de alfombras y de flautas,
de madrigales y de surtidores
de pie como las cobras encantadas.
Subiremos al Rhin buscando a Wagner
y su Tetralogía desvelada.
Cazaremos los cisnes hiperbóreos
que abanican la muerte con sus alas.
Te diré que la música es un vino
que cuando estamos tristes se derrama.
Y que el silencio es un santuario celta
donde reposa el corazón de un arpa.
Y fatigando el mar, ¡Qué importa el tiempo!
visitaremos la ciudad sagrada,
la tierra de la cruz y del olivo,
la que escuchó el Sermón de la Montaña,
la patria de Jesús y de María
la que arrulló las bienaventuranzas,
la tierra donde un tosco carpintero
pulió a garlopa el globo de una lágrima.
En otro amanecer arribaremos
a las Islas Canarias.
te compraré su nombre que es un trino
diluido en el agua.
Para pescar luceros en el fondo
te bastará la red de tus pestañas,
y aprenderás que a Dios también se llega
por el verde camino de las algas.
Si sueñas ver a Nápoles,
Cruzaremos por mármoles de Italia,
y te daré una góndola en Venencia
y en Asís la humildad de una campana.
Compraremos al Dante sus Laureles
y a Benvenuto su luciente daga,
para tu muñequero de ilusiones
y tu azul inquietud de extravagancias.
Buscaremos ositos en Siberia
rutas de manzanilla al sur de España,
la sombra adolescente de Platero,
la capa de Unamuno en Salamanca,
la fatiga inmortal de Rocinante.
El dardo del Amor Clavado en Ávila,
la Morena ascendencia de "El Cachorro"
y el llanto de Boabdil sobre Granada.
Y cuando tengas sueño, mi pequeña,
cuando te canses de medir distancias
y no quieras viajar a la deriva
con la estrella polar a las espaldas,
te arrullaré, mientras mi vieja pipa,
que compré a un bucanero en Samarcanda,
quema frente a la noche de tus ojos
mi viejo contrabando de nostalgias.




Dos Cuerpos (Octavio Paz)



Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.



miércoles, 11 de abril de 2012

Si Tú Me Olvidas (Pablo Neruda)



Quiero que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,

si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto

me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco

el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero

si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.


 

martes, 3 de abril de 2012

Madrigal (José Hierro)


Lo más hermoso, aquello
que no puede comprarse,
que vale, frente a un copo de tu espuma,
si se sabe mirar,
frente a una pluma de tormenta, rota
sobre tu orilla, frente
a tus platas y azules,
metales y cristales,
si se los sabe oler, gustar, tocar, oír...

Qué vale nada lo que tú. Rebosa

la eternidad tu vaso,
llueve su vino sobre nuestra carne.
Una concha roída
por los gusanos de tu mar, un poco,
de cal, y bruma, y nácar,
pude hacernos llorar,
ensancha las fronteras
del alma, desmorona
los muros negros de la realidad.
Que vale nada, todo,
lo que tú, playa mía,
lirio de arena, selva
de círculos de oro,
túnica ardiente, pálida campana,
palacio sumergido,
inolvidable...